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Carmen Martín Gaite: La reina de las nieves

Vigyázat! Cselekményleírást tartalmaz.

El joven Leonardo Villalba, recién salido de la cárcel, trata de poner orden a su vida y, con el cuento de Andersen que da título al libro en mente, inicia la azarosa búsqueda de un punto de referencia, se acerca a la figura del padre muerto, evoca los acertijos que le proponía su abuela y, a su paso por un Madrid nocturno y agitado, encuentra sus propios acertijos. La valentía, el adulterio, las relaciones forjadas sobre la ausencia y la escritura entendida como vínculo entre los seres jalonan el camino que le permitirá salir del túnel. Escrita con una prosa magistral y llena de matices, la novela es un canto a la memoria y a su lucha contra la prisión del olvido, una hermosa parábola contemporánea sobre la potencia del recuerdo.

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Anagrama, Barcelona, 1997
336 oldal · ISBN: 9788433914811

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Carmen Martín Gaite: La reina de las nieves

¿Yo? No, mujer. Los ángeles de las despedidas nunca lloran. Ni duermen. Me voy a quedar ahí fuera, cosiendo con tus sueños viejos una silueta de sombra para que te acompañe en el viaje a Ítaca. Te la coseré a los pies. Y así el cuento acabará bien. Un remiendo que tal vez dure poco, porque nada en este mundo dura mucho, pero también se puede disfrutar de lo efímero, ¿no te parece?

Vannak könyvek, melyeket bármelyik nem képviselője írhatta volna, ha nem ismernénk a szerzőt, 50-50 százalék esélyünk lenne azt eltalálni; de vannak olyanok is, melyeket már az első oldaltól kezdve átjárja a női vagy a férfi lélek. Carmen Martín Gaite ez utóbbi csoportba tartozik, s számomra mindig különleges élmény az ő könyveit olvasni, még akkor is, ha időnként nem olyan egyszerű ráhangolódni a gondolatvilágára*. S bár eddig olvasott művei is tetszettek**, Andersen Hókirálynőjének parafrázisában most egy igazi remekműre leltem.

Carmen Martín Gaite egykori férje, Rafael Sánchez Ferlosio is neves – még ma is élő – író, akitől ugyan 1970-ben elvált, de kapcsolatuk továbbra is baráti maradt. Az írónő kilenc évvel később kezdte el írni Andersen meséje ihlette regényét***. Az 1984-es évben Chicagóban tartott előadásokat az egyetemen, s a Hókirálynő történetéhez – miként a könyv előszavában írja – azóta is a befagyott, kietlen Michigan-tó képe kapcsolódik lelkében. A következő évben bekövetkező tragédia azonban (lánya 29 évesen elhunyt) az asztalfióknál is mélyebbre temette a Hókirálynő történetét, nem csupán lelkében, hanem a kézirat fizikai valójában is. Csak a Nubosidad variable megírása után érezte úgy, hogy mindenképpen vissza kell térnie Leonardo Villalbához. A kéziratot nehezen, de megtalálta, s ezután már megszállottként dolgozott a lánya emlékének ajánlott, végül 1994-ben megjelent regényen.

A Hókirálynő nem egy egyszerű olvasmány: az elején különböző helyszíneken látszólag kapcsolat nélküli szereplőkkel ismerkedhetünk meg, s eltelik egy kis idő, mire a dolgok tisztulni kezdenek. Teljesen azonban a végéig nem dőlhetünk hátra, az elénk tárt kis foszlányokból úgy kell összeraknunk a történetet, miként Leonardo Villalba próbálja édesapja hátrahagyott, kis papírokra vetett gondolatait, valamint az apjának mások által írt leveleket idő- és oksági rendbe rendezni, hogy így megfejthesse az életét, s megismerhesse őt. Maguk a mozaikok főleg Madridhoz, illetve egy vidéki kúriához és egy óceánparti világítótoronyhoz kapcsolódnak. A jelen és a múlt az önazonosságát is kereső főhős emlékein keresztül is egymásba fonódnak, s így járhatunk be vele együtt egy különös utat. Lírai szépségű, elgondolkodtató és különös részletek váltakoznak, miközben nem csupán Andersen meséje, hanem számos más irodalmi műalkotás**** – s különösképpen Caspar David Friedrich egyik festménye***** – is megidézésre kerül.

Carmen Martín Gaite Hókirálynőjét már a felénél leötcsillagoztam, melyet később egy pillanatra sem bántam meg.

* mint például az Irse de casa esetén volt
** Az előbb említetten kívül egyszerűsített nyelvű olvasmányaim tőle régebbről: Las ataduras, Caperucita en Manhattan; valamint az utóbbi időben olvasott novellák: , Visszavonulás ([[https://moly.hu/konyvek/a-narancs-a-tel-gyumolcse|A narancs a tél gyümölcse]]), Amit eltemettünk (Huszadik századi spanyol novellák – egyébként ez lett a kedvencem a kötetből)
*** Nem ez az egyetlen ilyen alkotása, a fentebb is említett Piroska Manhattanben azonban sokkal inkább követi magát a címadó mesét, s maga is sokkal inkább mese: egy epertortával nagymamájához tartó kislány története, aki útközben megismerkedik egy Woolf nevű multimilliomos cukrásszal.
**** Elida Wangel (Ibsen: A tenger vonzása c. drámájából) többször is megidézésre kerül, miként Konsztantinosz P. Kavafisz Ithaka c. verse is, de mellettük még számos más irodalmi és filozófiai alkotás is feltűnik a színenspoiler.
***** Caspar David Friedrich: Vándor a ködtenger felett (https://moly.hu/karcok/983714)


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    – ¿Conoces La poética del espacio? -pregunté.
    – ¿Es una de Sean Connery?
    – No, mujer, es un libro de ensayo.

182-183. oldal

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    — ¿Yo? No, mujer. Los ángeles de las despedidas nunca lloran. Ni duermen. Me voy a quedar ahí fuera, cosiendo con tus sueños viejos una silueta de sombra para que te acompañe en el viaje a Ítaca. Te la coseré a los pies. Y así el cuento acabará bien. Un remiendo que tal vez dure poco, porque nada en este mundo dura mucho, pero también se puede disfrutar de lo efímero, ¿no te parece?

218. oldal

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Hoy ha amanecido nevando. Lo supe antes de mirar por la ventana; se nota en ese silencio especial que deja la nieve en torno suyo cuando ha caído por la noche en abundancia.

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Me quedé dormido y me transformé en mi madre. Es un sueño que, camuflado bajo argumentos diferentes, tengo desde niño, desde que probé por primera vez el ardiente deseo de meterme en su cuerpo y en sus sentidos, de saber si me quería o no, de entender lo que piensa una mujer cuando se arregla ante el espejo, cuando está acostada pero no duerme, cuando se impacienta al verte entrar porque estaba esperando a alguien que no eras tú, cuando te mira y es evidente que no te está viendo; quería encontrar el lugar de su cuerpo donde se acusaba la temperatura de sus desasosiegos, necesitaba saber con quién soñaba o con qué. Es una curiosidad que nunca he conseguido aplacar, semejante al afán infantil por romper juguetes y relojes para ver cómo funcionan.

84. oldal

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«… Después de besarnos, sé que estamos llenos de deseos que nos separan. No presumas de que eres más listo porque notas esa forma de „no estar ahí” que para cada uno tiene el otro cuando el calor del beso se apaga. Yo me doy cuenta más que tú todavía, sólo que no me enfada, lo encuentro natural, como dormir un poco cuando se está cansado. Dices: „te estás evaporando”, y suena a reproche. Yo lo llamo entrar en un escenario nuevo, te lo dije ayer, y no veo que sea ningún pecado, me gusta haberlo dicho porque es lo que me pasa en momentos así. Por ejemplo, cuando no te hago caso y me quedo mirando el mar. De nada te sirve entonces preguntarme rabioso „¿qué piensas?”, forzándome a que atienda y quite los ojos del mar. No me zarandees, déjame, no sé explicar lo que pienso. Pero cuando miro el mar, es la eternidad. Es lo único que sé. Estoy viendo lo de ayer y lo de mañana, y lo de después de morirme, aunque sin contornos. Y me gusta ese vértigo.»

124. oldal

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Y lo que ahora sentía, dejándome acariciar por la lluvia que moja de verdad, en los umbrales de una noche de otoño avanzado, era que poco a poco me iba despojando de aquellos montajes de supervivencia, ortopedia que había apuntalado pero también escayolado, mi vida verdadera. Respiraba hondo y me dejaba invadir por el aire libre y frío, por las gotas de agua que lavaban mi rostro, limpiaban mi mirada y se dejaban lamer por una lengua sedienta y golosa. Era eso, sí, como un desentumecimiento de miembros ateridos, el «¿dónde estoy?» que debió asaltar a la Bella Durmiente antes de su paulatina instalación en la nueva realidad, regodeo en los pasos sincronizados con el ritmo de un cuerpo dejado a su merced, cuyos brazos a ratos se levantan como alas en los flancos de la gabardina negra, vislumbre furtivo resbalando, a medida que avanzaba Serrano abajo, por la pulida superficie de los escaparates. Y pisaba cautelosamente, como si temiera desaprender aquel raro equilibrio, aquella incipiente certeza, atento a los posibles zarpazos de la realidad, pero también presto a la sorpresa, a la intrusión de humores aún sin explorar, que prometían placenteros vértigos.

174. oldal

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Casi todas las tardes, a la caída del sol, la señora de la Quinta Blanca salía a dar un paseo hasta el faro. Nunca la acompañaba nadie. Caminaba erguida, con paso lento y armonioso, como abstraída en sus cavilaciones, y solamente al cruzar por la pequeña aldea que queda a mitad de camino entre la Quinta y el faro, apartaba de vez en cuando los ojos de aquel punto remoto de las nubes donde parecían tener su norte, para dirigirlos brevemente hacia alguna de las personas que clavaban en ella la mirada y para responder a su saludo con una sonrisa fugaz y distante.

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– Pues relájate. Y olvida el pasillo ese largo, deja de contar baldosas. Verás, es primavera y hace aire, pero no va a llover. Se llega por un camino en cuesta, con zarzas y flores a los lados: el camino acaba aquí. Párate. Hay dos colinas llenas de brezo, ya se oye el mar y se huele, pero todavía no se ve. Empezamos a subir por la colina de la derecha, que es la más empinada, con el aire en la cara, hasta llegar al faro. Mira, ¿no ves el mar?, no tengas miedo, solamente los cobardes se detienen en el faro, sígueme. Si traspones este límite, ya hay que seguir saltando de roca en roca, porque no te puedes parar más que a tomar aliento, y todo lo cubre el vaivén del mar, a veces como un balanceo suave, «pumba-plas», y otras enfadado, feroz, rompiendo en surtidor de espuma allá abajo, contra el islote de las gaviotas. Son cientos, miles, ¿no las oyes chillar?, ua-ua-ua, unas pegadas a la roca como moscas, otras sobrevolándola, dueñas y señoras del espacio infinito que se abre enfrente para ellas solas, altivas, seguras, dueñas del tiempo. Y se va haciendo de noche, el faro se enciende, y el aire bravo te entra por la ropa y te revuelve el pelo; todavía se puede bajar un poco más, aunque empieza a ser peligroso. Párate ya. Y mira, mira, mira. El tiempo se ha parado. Echa a volar los ojos sin miedo. El mar te llama para llevarte lejos, pero resiste aquí, en el límite, sin dejar de mirar. ¡Quieto! ¡Has vencido! Es el origen del mundo. El fin del mundo. No hay tiempo ya. Ni esquinas. Y si en este momento, ya casi de noche, miras muy fijo al islote de las gaviotas y piensas en alguien, aunque esté lejos, aunque no sepas siquiera si existe, el mensaje le ha llegado a esa persona y la sobresalta, ¿de dónde me viene esta llamada?, dice, ¿quién me está llamando?, lo recoge seguro… Si existe, lo recoge… y si no existe, también.

41-42. oldal

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Nunca ha dejado de ser la nieve un acontecimiento prodigioso, algo que desvanece lo cotidiano y nos relega al margen de su acontecer, como si cualquier movimiento de los que pudiéramos hacer mientras está nevando se volviera cuestionable e irreal.

157. oldal


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